Estar embarazada es una de las experiencias más maravillosas que puede vivir una mujer, estoy totalmente de acuerdo con esta afirmación porque soy una de esas mujeres que se sienten flotar por encima de todo el universo conocido, y del desconocido también. Pero alguien se ha parado a preguntarnos si es oro todo lo que reluce?? a ver, en términos generales me siento afortunada, feliz, completa, rebosante de energía, positividad, hermosura... pero no tenéis ni idea de las noches que paso...
Llega la hora de ir a la cama (que siempre intento que sea lo más tarde posible, aunque esté cayéndome desde las 8 de la tarde) y comienza la pesadilla. Te levantas cada media hora a orinar, que digo yo... de dónde cojones me sale tanto líquido??? se cuela por mis poros sin que me de cuenta y va a parar a mi vejiga?? hay algún duende malvado que me abre la boca dormida e introduce una sonda hasta mi estómago con medio litro de agua cada vez que vuelvo a la cama después de mear?? mis tejidos internos producen cantidades indecibles de líquido que mi vejiga absorbe por decisión propia?? no lo entiendo!!! si no bebo agua en toda la noche, porqué necesito mear otra vez cuando acabo de quedarme dormida???
Después está el tema "doblémonos de dolor", que, sin duda, es mi favorito, tú estás tan tranquila, tumbada boca arriba, notando cómo morfeo te atrapa, con el permiso, claro está, de tu señora bolsita de pis, y de pronto notas un pinchazo terrorífico en el bajo vientre, un dolor tan agudo y desagradable que sólo puede compararse a un dolor producido por los gases cuando ya estás a punto de explotar y no eres capaz de expulsar de tu culo ni un mínimo y asqueroso hilito de aire, no no, y estás ahi retorciéndote de dolor pensando, diosssss que desaparezcan mis pedos por favoooooorr... pues lo mismo, pero multiplícalo por 10... te retuerces en la cama, te agarras la barriga, giras de un lado a otro, respiras más rápido o más despacio, depende cómo te pille... tratas por todos los medios de no gritar (para no despertar a tu querido amor, que ronca plácidamente a tu lado mientras te encantaría agarrarle del cuello y decirle: TODO ESTO ES POR CULPA TUYA MAMONAZOOOOOOOOOOOO!!), para no despertarle, pobre, está cansado (tú no claro, no duermes más de 3 horas seguidas y te pasas el día con ganas de vomitar, dolores de todo tipo, pero tú estás fresca y divina de la muerte), y así pasas los siguientes 10 minutos, cuando por fin eres capaz de levantarte y sentarte en el baño a volver a hacer pipí, aún rabiando un poco por el dolor, y eres consciente de que son poco más de las 4 de la mañana, y que aún te queda tooooooooda una noche de aventuras por delante.
No he nombrado las ganas inmensas de echar hasta la primera papilla cuando estás en pleno retorcimiento en la cama, porque de tanto dolor, queridos y queridas, también te entran ganas de vomitar, pero para qué hacer más escatológico el momento, que ya va cargado de su dosis desagradable de detalles...
No quiero hablaros de cómo me levanto por las mañanas (pero lo voy a hacer, total, ya puestos...). Mi pelo no es pelo, es una maraña indescriptible de algo que parece cabello humano, tengo ojeras, el rictus de una abuela de 80 años, me duelen los riñones, tengo náuseas, los ojos están medio cerrados y sólo pienso en una cosa: DORMIR... pero qué hago en vez de eso?? intento olvidarme de la noche tan sumamente asquerosa que he pasado, me agarro la barriguita delante del espejo, sonrío a esa mujer demacrada que me mira, y le digo: eres afortunada pequeña, y tú también pequeño (hablándole a mi lentejilla claro), tienes una madre con dos pares de cojones, a falta de uno...
Así que, por más que me pesen las noches, por más horrible que me sienta en determinados momentos del día, insisto, adoro estar hecha una mierda, y mil veces más lo estaria a cambio del regalo que recibiré dentro de unos 8 meses. HE DICHO.
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