SOLO TÚ...

SOLO TÚ...

lunes, 26 de julio de 2010

NO TODO PODÍA SER PERFECTO

De nuevo por estos lares, en mitad de mi semana 19 de embarazo, deseando ver a mi bebé mañana por la mañana y saber, de una vez, si es niño o niña... qué ganas!! Me he decidido por fin a escribir sobre algo que no esperaba tener que escribir, y es la soledad de la futura maternidad. A ver, me explico porque no quiero dar lugar a malos entendidos ni nada similar.

Estoy prácticamente en la mitad de mi embarazo, disfruto a cada momento de él, de las sensaciones nuevas como el movimiento contínuo del bebé, de los dolores, pinchazos, de los gases, de todo!! no me afectaría negativamente nada de lo menos agradable, si todo lo demás estuviera bien, pero no es así. En casa tengo un apoyo indiscutible, mi Pedro está pendiente de mí siempre, y no me falta amor ni atención. Mis padres siguen ejerciendo tan bien de padres como lo han hecho siempre, y no tengo queja alguna y mis hermanas no lo dudan un instante si necesito algo, al igual que mi suegra. Pero, ¿y los demás? ¿qué fue de aquellas amigas que decían sentirse súper felices por mí, y que pronunciaron aquellas frases (ahora entiendo que vacías) tipo: qué bonito va a ser ver cómo te crece la tripa, o qué guay ir a comprar cositas, o qué ilusión vivir tu embarazo hasta que asome la carita?? me he sentido decepcionada y abandonada. Estoy en la mitad de mi embarazo y aquí nadie asoma la nariz.

De todas es bien sabido, (y digo todas porque esta vez sí que hay que ser mujer para entender qué es lo que ocurre) que una mujer embarazada no es una mujer normal, tiene las hormonas revolucionadas el 99,9% del día, y el 0,1% restante lo invierte en desconectar del mundo (al menos eso hago yo, desconectar de todo y tocarme la tripa sin parar). Lloramos más de lo habitual, nos duelen cosas que antes ni siquiera nos rozaban el caparazón, estamos necesitadas de todo ese amor que sentimos indispensable para sobrevivir, tenemos muy elevado el concepto del cariño, y si antes un beso era agradable, ahora se convierte en necesario, si nos gustaba recibir una llamada determinada de vez en cuando, ahora se hace casi esencial mirar el móvil cada cierto tiempo esperando ver algún mensaje o similar. Quieres contarle al resto del mundo todo lo que ocurre dentro de tu tripa!!! no sólo a tu marido, y a la familia, necesitas contárselo al imenso e insondable universo, y no, no hay respuesta.

He encontrado a dos personas maravillosas en un foro de embarazadas, Mary y Vero, dos mujeres excepcionales, la una madre de una cría de casi dos años que me roba un montón de sonrisas, y la otra, futura engendradora de vida... nos hemos juntado una experimentada en la maternidad, una en vías de experimentar, y otra con ganas de hacerlo, y pasamos horas y horas al cabo del día compartiendo las bondades y las miserias que nos regala la vida en sus procesos de 24 horas. Gracias a ellas mi sensación de abandono es cada vez menor, (y estaría feo agredecérselo, porque de buena tinta sé que ellas se sienten igual que yo, y dar las gracias sobra, ya que es un toma y daca perfecto y equilibrado) pero no por ello se me olvida, no por ello dejo de ser consciente de que se termina una etapa y empieza otra, claramente diferenciada, donde unas personas tendrán cabida (las que realmente quieren estar) y otras no.

Tengo una, para mí, buena costumbre, adquirida con los años y a causa del dolor, básicamente, que es reflexionar sobre todo lo que me ocurre, y, dejándome llevar por esos largos ratos en que no existe nadie más que mi cabecita y yo, he sabido reconocerme a mí misma que esas personas ya no son parte de mi vida, no por falta de ganas o de cariño, el cariño está ahí, pero todos sabemos que un cariño sin alimento muere, igual que una planta, que cualquier ser vivo... Y siento la necesidad de admitir que he llorado por esta pérdida, como si alguien cercano hubiera desaparecido para siempre, y no una, sino varias veces, pero es el único camino que conozco para poder alejar la vista de mis espaldas y volver a mirar hacia adelante.

No escribo esto con pena, ni hay atisbo de resentimiento, pero sí que distingo aún el malestar en mis palabras y, cómo no, en mi interior. Sé que si esas personas algún día quieren volver a compartir sus vidas con la mía, no ofreceré resistencia porque les he querido, y el amor que se da en la amistad es puro y no se olvida jamás, pero eso sólo ocurrirá si el destino quiere que así sea. Mientras, miro hacia adelante, como siempre, abierta a conocer a otra gente, a entregarme como siempre lo hago, sin remordimientos ni condiciones, que son muy feas e incómodas, y a vivir nuevos momentos, acumulando recuerdos en el pozo interminable del antaño.

Por descontado decir que ahora, lo más importante en mi vida, es mi bebé, y afortunada soy de que también sea lo más importante para otras personas que me rodean y me aman incondicionalmente, no todo el mundo puede decir esto con la seguridad de la que sabe que es verdad.

Dicho esto, o mejor, escrito esto, se acabó el tema. A veces es muy fácil desahogar al alma de sus pesares, y más aún cuando ya están asumidos, tan fácil como dejarlos escritos donde los leerán aquellos que quieran leerlos, y los entenderán aquellos que saben entenderme.

Os quiero. Os amo.